Hablamos de la piel de naranja, una cuestión estética que afecta a 9 de cada 10 mujeres.
Alguna vez te has puesto unos leggins y te has dado cuenta aterrorizada de que parecía que llevabas Lacasitos en los bolsillos? O quizá tú seas más del estilo vaquero, y pienses que lo que se te ven son las cartucheras o pistoleras.
Lo primero que hay que saber es que el término “celulitis” sólo es un sinónimo de piel de naranja en términos coloquiales. En un diccionario médico, la celulitis es una inflamación de los tejidos conectivos de la piel que suele aparecer en heridas, cortes, quemaduras, picaduras y otras lesiones. Nada que ver con las cartucheras. Eso sí, existe un palabro médico que define exactamente a la piel de naranja: dermato-paniculosis-vasculopática fibro-edemato-esclerótica, una acumulación de tejido adiposo en diferentes partes del cuerpo, especialmente las caderas, de origen hormonal y que afecta a la mayoría de mujeres.
¿QUÉ OCURRE BAJO LA PIEL?
En primer lugar, el origen es hormonal y, por eso, es difícil librarse una vez pasada la pubertad. La causa orgánica es una acumulación de agua y grasas, que hacen que el duro tejido que sujeta la piel a los músculos se dilate, tire de la piel hacia los músculos y aparezcan esos hoyuelos que nos recuerdan a los de la piel de una naranja. Esto se desarrolla en cuatro fases.
Se dilatan los vasos de la piel, se produce un edema (acumulación de líquido) y empezamos a notar la piel menos elástica.
Se acumulan líquidos debajo de la piel y la cosa se complica: al pellizcarla, la piel de naranja se hace claramente visible.
La degeneración del colágeno altera el metabolismo celular formando pequeños nódulos. Ahora la piel de naranja ya es visible a simple vista, se nota fría y seca, y suele llegar acompañada de varices, estrías y flaccidez.
Por último, la progresiva compresión de vasos y nervios forma nódulos más grandes, dilatando la piel. La flaccidez aumenta y es dolorosa al roce.
OCUPARSE MÁS Y PREOCUPARSE MENOS
Es fácil sentir que nuestro derrière no es como el de ese catálogo de ropa interior… La mala noticia es que el origen es hormonal y casi irremediable, por lo que muy pocas mujeres adultas se salvan. La buena: las modelos que envidiamos tienen recursos muy exclusivos, como pasar por poco de la adolescencia o pertenecer al 10% que se libra. ¡Por no hablar de que ya no hay portada sin Photoshop!
¿No hay esperanza? La hay, pero mejor descartar todo lo que suene a milagro. Desde luego, es posible frenar el avance, teniendo en cuenta los factores que pueden acelerar su progresión. Entre ellos, los desequilibrios hormonales y linfáticos, la alimentación rica en grasas y la falta de actividad física. Al final, las personas que irradian belleza son las que mejor se sienten en su piel. Y tratamientos estéticos aparte, eso es lo único capaz de convertir nuestra naranja en un suave melocotón.