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Fábrica de sueños

“Asistir a la creación de una vida es maravilloso”

“Todo hombre o mujer tiene derecho a procrear”, asegura el doctor Ramón Aurell, responsable de la unidad de reproducción asistida del Hospital Quirón de Barcelona. “Gracias a que existen los donantes de esperma y óvulos, la inseminación artificial, la fecundación in vitro, los vientres de alquiler… muchos consiguen ser padres.

¿Qué tienen en común un joven que necesita dinero para visitar a su novia de Erasmus, un médico que pasa la mitad del tiempo en un laboratorio, y una pareja que no puede quedarse embarazada? Que gracias a los tres el milagro de la vida se hace posible. Y es que los sueños, a veces, no se cumplen solos. Hay que construirlos.

“Todo hombre o mujer tiene derecho a procrear”, asegura el doctor Ramón Aurell, responsable de la unidad de reproducción asistida del Hospital Quirón de Barcelona. “Gracias a que existen los donantes de esperma y óvulos, la inseminación artificial, la fecundación in vitro, los vientres de alquiler… muchos consiguen ser padres. El 50 % de los que acuden a una clínica de reproducción asistida lo logran”, afirma orgulloso el reputado doctor tras 15 años como especialista.

“Coged a un amigo gay que quiera ser padre y ya está”, les aconsejaban algunos amigos a Eugènia y Carla, cuando anunciaron que querían tener un hijo. Pero ellas lo pensaron bien, se informaron y decidieron que lo mejor era que Eugènia se hiciera una inseminación artificial. “Era lo más seguro como pareja. Y por edad, la mejor candidata era yo. Además, al no haber padre, era la forma de que Carla también pudiera ser su madre”, reflexiona. Y empezaron con el proceso.

El Dr. Aurell nos explica en qué consiste de forma muy resumida: “Se pasa consulta, se conoce a la pareja que tiene problemas para quedarse embarazada, se busca el problema y un tratamiento. ¿Cuántos profesionales hay involucrados? En nuestro caso son 4 ginecólogos, 5 enfermeros administrativos, 1 andrólogo, 1 psicólogo y 5 biólogos que hacen el trabajo de laboratorio: inseminar el óvulo con esperma del marido o donante, hacer un cultivo embrionario y transferirlo al útero”.

“Te pinchan algo que hace que en vez de óvulo liberes tres o cuatro”, relata Eugenia, que tuvo que vivir un primer intento fallido de inseminación. “No llegué ni a hacerme el Predictor porque me vino la regla. Me frustró bastante”. Sin embargo, al mes siguiente ella y su pareja fueron a por el segundo intento. “No quería que me pasara como la primera vez, así que me hice el Predictor, según mis cálculos, un día antes de lo que me tocaba porque no quería volver a enterarme por la regla. ¡Y salió algo que parecía un ‘sí’! Llamé corriendo a mi hermano y me dijo ‘Eugènia, no lo estás haciendo un día antes, ¡era hoy! ¡Lo has hecho bien!’. Luego me llamó la doctora para preguntarme qué tal y le dije que había salido que sí pero que tenía que estar mal. ‘¿Cómo va a estar mal?’, me dijo ella. ‘¡Estás embarazada y punto!’. Carla y yo nos pasamos esa mañana flipando. Nos parecía irreal. La doctora hasta me propuso que, si tanto dudaba, fuera para la clínica que me haría un análisis de sangre, pero le dije que no”, recuerda Eugènia.

“La gente a lo mejor cree que este proceso es frío, pero nos convertimos casi en amigos de los futuros padres”, apunta el Dr. Aurell. “Piensa que les haces preguntas superíntimas, le dices al padre que se masturbe… Y así durante meses. Te acabas involucrando en la vida de la pareja”, asegura.

“Los médicos nos preguntaron cuáles eran los rasgos dominantes de la familia de Carla. Nos dejaron escoger color de ojos, de pelo y altura. Decidimos que fuera rubio para que se pareciera a ella. Nos dijeron que eso le ayudaría a reconocerlo como hijo suyo más fácilmente”, relata esta madre. “Pero no te enseñan ninguna foto del padre. No es como en Estados Unidos que van por catálogo y el más guapo es el más caro”, explica  casi indignada.

En España la ley marca que la donación ha de ser anónima y confidencial. Y Eugènia está encantada con que así sea. “Es un donante, no un padre. Mira, en Estados Unidos hicieron un estudio en que los hijos se encontraban con el donante y la relación no cuajaba porque, claro, era un extraño”, relata. Sin embargo, no deja de despertar interés la figura del donante y sus motivaciones. Xavi, un joven barcelonés, nos cuenta su caso: “Decidí donar con 21 años recién cumplidos. Acababa de comenzar cuarto de carrera y estaba triste porque mi novia se había ido de Erasmus. Un día me encontré en la facultad un anuncio de un centro de reproducción asistida que buscaba donantes y pensé que donar semen me daría dinero entre otras cosas para ir a ver a mi novia a Inglaterra. En ese momento pagaban 50 euros por muestra (se producen varias durante varios meses), 20 primero y los otros 30 al final del ciclo. Al final, ayudas a personas con problemas para procrear y te pagan por hacer algo que todos los tíos solemos hacer gratis. De hecho, hice pruebas para repetir el ciclo, pero me ‘tumbaron’ porque por lo visto tenía un índice de no sé qué demasiado alto”.

Ser donante de esperma no es tan fácil como parece. En realidad, el 90 % de los españoles no son aptos para ello. Para empezar solo se puede donar entre los 18 y los 35 años y, además, el número de pruebas y cuestionarios a los que se han de someter estos hombres es cuanto menos considerable: análisis de calidad del semen, descarte de ETS y enfermedades hereditarias... “Me sorprendió sobre todo la cantidad de preguntas que me hicieron justo después de que los análisis de sangre y esperma confirmaran que era apto para donar. Un médico muy simpático me metió en su consulta y me preguntó por mi orientación política, formación, hobbies y equipo de fútbol, entre otras cosas. Creo que también se apuntó mi color de piel, ojos, pelo, estatura y peso”, recuerda Xavi.

“Asistir a la creación de una vida es maravilloso”, explica el Dr. Aurell. “En el laboratorio, haces la punción ovárica y sacas entre 8 y 12 óvulos. El biólogo coge uno de estos óvulos, le inyecta el esperma ¡y al día siguiente hay un embrión! En 6 semanas ya puedes ver un corazón latiendo. Es sencillamente espectacular”, asegura emocionado este doctor que declara alegrarse de la vida “desde el minuto uno”.

Ethan, el hijo de Carla y Eugènia, ya tiene 18 meses. Es rubísimo, inquieto y extrovertido. “Qué bien os ha salido, ¿eh?”, les dice su doctora cuando llevan al pequeño de visita. El Dr. Aurell nos confirma que sí, que lo habitual es conocer a los pequeños y que te visiten de vez en cuando: “Te vienen a ver, te abrazan, te piden que te fotografíes con ellos... Nosotros tenemos en el despacho un panel enooorme con las fotos de todos”, nos cuenta, feliz.

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